Desde Turkana, Clínica móvil Lobur – BOLETIN ENERO 2017

El Proyecto de Clínica Móvil para el Triangulo de Ilemi nace como fruto del compromiso del grupo Jóvenes Lobur desde 2013 con nuestros proyectos en la zona del triángulo Ilemi, Turkana norte, Kenia.

 

Mimi y Andrew dando la charla de hipertensión arterial ante los trabajadores de la misión.

 

¡Hola familia! Os traemos las novedades del primer mes del año.

 

Para empezar con buen pié y afrontar como es debido la cuesta de enero, comenzamos el mes con una sesión sobre hipertensión arterial para los trabajadores de la misión.

Asistieron unas 50 personas, a las cuales tras la charla chequeamos la tensión, destapando seis casos un poco descontrolados.

Para nuestro asombro, al volver a controlársela una semana después, ninguno de ellos dio cifras que sobresalieran del umbral sano:

quizás el meeting surtió sus efectos o tal vez fueron casualidades, pero lo importante que estén todos libres de esta común pero silenciosa patología.

También estrenamos el año con la incorporación de Paula al equipo. Nuestra nueva enfermera viene desde Madrid con muchas ganas y una actitud brillante, y pronto nos informará de su decisión final en la clínica móvil,

 

¡que esperamos sea un sí rotundo!.

 

Mimi, Stephen y Martín desparasitando y dando vitamina A a los niños menores de 5 años en Sasamé

 

La sequía en el norte de Turkana empeora insidiosamente.

 

El paisaje que nos encontramos camino de las clínicas es de lo más siniestro, pero no tan impactante como el panorama que presenciamos en la mayoría de los pueblos.

Cada vez hay más y más animales muertos por inanición o deshidratación;

las corrientes de aire polvoriento se encargan de arrastrar hasta cualquier rincón de la región el olor a putrefacción que desprenden los cadáveres,

a menudo hechos pedazos por la fauna carroñera que vive les ronda durante la noche.

 

Repartiendo mosquiteras a mujeres embarazadas en la clínica de Liwan

 

En algunas clínicas, como la de Ekopé, resultó difícil encontrar una sombra libre de este descorazonador hedor.

 

Esta época es sin duda la de mayor actividad nómada. En dos de nuestras clínicas habituales, Nalemsekom y Kamarikori, la vida se ha evaporado por completo. Como si formaran parte de la tierra que raptan los tornados al pasar, cuando nos presentamos allí descubrimos que sus varios cientos de habitantes y animales habían desaparecido y tomado asiento en las localizaciones más próximas a los puntos de agua, como Meyan, Maisa y Liwan, donde definitivamente hemos notado un cambio muy significante en la carga de trabajo.

 

Sólo en esta última atendimos a 38 adultos, 20 niños y 12 embarazadas, más otras tantas inmunizaciones, desparasitaciones y suplementación con vitamina A.

 

Llenando las botellas de una comunidad con nuestro tanque de 200 litros, tras la clínica en Kang’Ibeyo.

 

La desesperación y perseverancia de los animales y la gente por conseguir algo de agua les ha llevado hasta el tanque de nuestro dispensario, viéndonos obligados a retirarlo de allí para poder conservarlo sano hasta la vuelta de las lluvias.

En respuesta a la sequía que afecta tan severamente a todo el Triangulo de Ilemi, hemos decidido intensificar las charlas de salud durante las clínicas móviles, haciendo hincapié en algunas de las enfermedades más prevalentes cuya prevención no requiere apenas una gota de agua: Tuberculosis, Brucelosis, o algunos tipos de diarreas, contraídas por ejemplo por permitir a los más pequeños entretenerse lamiendo piedras, palos, excrementos de animales o cualquier otro elemento que quede al alcance de sus manos.

 

A menudo, aprovechamos también el tamaño de nuestro vehículo para llevar a cada poblado que atendemos un tanque de 200 litros de agua potable, que al menos será un breve consuelo para la sed –y siendo optimistas, la higiene- de las muchas personas que viven en cada ‘kiggigi’.

 

Maná, la niña afectada gravemente de impétigo bulloso, en uno de sus baños.

 

Por otro lado, tenemos con nosotros a Maná, una niña de 8 años que recogimos en Meyan en un estado crítico por un impétigo bulloso extendido por todo su debilitado cuerpo.

Sacando fuerzas de flaqueza y paciencia donde nadie podría encontrar, aguanta sin tregua cada día la tortura incesante de las moscas que se relamen ante sus heridas, y que al llegar el ocaso, pasan el testigo al castigo cruel de los mosquitos.

Sin embargo, poco a poco Maná ha ido recuperando fuerzas, su mirada es esperanzadora y su madre, que no se ha separado de ella ni un solo minuto, incluso ha comenzado a colaborar con nosotros en sus cuidados, preparando la comida y lavando sus muchas heridas cada día.

 

Clínica móvil en Kang’Ibeyo.

 

De la mano de Maná llegó a nosotros el caso más curioso del mes, y del año quizás.

 

Ekale es un pastor de unos 22 años que tenía una vida muy normal, hasta que de repente algo ocurrió en su cerebro. Una mañana de Enero, apareció en la misión, tímido, semidesnudo, asustado.

Tras indagar en su historia, deducimos que Ekale sufría un episodio psicótico desde año nuevo, y contrariamente a lo que esperábamos, la reacción de los trabajadores de la misión fue de lo más comprensiva.

Muchos se acercaban a saludarle, darle compañía, y, por qué no decirlo, reír con él (también se reía al descubrir su propio ingenio para blasfemiar) ante la asombrosa variedad de insultos que guardaba para cada visitante.

Con los días aquí, fue ganando confianza hasta puntos extremos, y pesar de su comportamiento compulsivo e incontrolable, que bien es cierto hay que saber manejar pacientemente, ha traído buenas anécdotas: cuando no le daba por cantar hasta las 4 de la madrugada, se recorría la misión de esquina a esquina recogiendo todo aquello que le parecía de utilidad, como el candil rojo de la iglesia o la ropa interior de los voluntarios, e incluso una tarde se agenció y merendó él solito una cabra que pastaba plácidamente por las cuestas de la misión.

 

Martín y Mimi suturando el labio de una mujer que sufrió una agresión

 

Para descartar una causa orgánica (como tumores, disfunciones del hígado, etc.) que pueda estar provocando esta psicosis,

le hemos derivado a Lodwar recientemente junto con otros pacientes que necesitan pruebas adicionales o la mano de un cirujano.

 

Tan solo esperamos que todos puedan recibir la atención necesaria, aunque, con motivo de la huelga de enfermeros y médicos que sigue en activo en todo el país desde Diciembre, puede que el proceso se ralentice mucho.

Por suerte para ellos, tiene lugar estos días allí la campaña de ‘Cirugía en Turkana’ de la mano del equipo español, que se harán cargo de realizar tantas operaciones como puedan, aportando una brizna de esperanza en un condado que, no conforme con la sequía, sufre una carencia de servicios sanitarios mínimos.

 

No así tuvo esa suerte Akuta, a quien detectamos en Diciembre unos quistes hidatídicos hepáticos con nuestro viejo ecógrafo y mandamos directamente al hospital de Lodwar, pero debido a la huelga no pudo ser operada y terminó falleciendo allí mismo pocas semanas después.

 

De forma muy parecida, procedimos con otra mujer que presentaba una ascitis salvaje;

no obstante, al llegar el equipo de la campaña la vieron y realizaron una ecografía que estudiaron desde Madrid vía internet, y al menos ya tiene un diagnóstico: Tuberculosis.

 

Veremos si tiene la misma suerte que Ekalale y su hermana, que en Febrero cumplen el sexto y último mes de tratamiento de esta vil enfermedad, y desde luego el aspecto y pronóstico es maravilloso en ambos.

 

No hemos atendido muchas emergencias este mes: una mujer a la que hubo que suturar el labio; otra con un forúnculo gigantesco en la cabeza; y el parto normal de Nauko, la guapísima gobernanta del proyecto de cerámica.

 

Sospechamos que se debe en parte a la ausencia de Josephine en el equipo,

pues es ella quien custodia el otro walkie-talkie y de quien normalmente recibimos la mayoría de las llamadas.

 

Josephine y Esekon en el hospital de Eldoret.

 

Como sabréis, Josephine lleva desde finales de Diciembre acompañando a nuestro pequeño Esekon en Eldoret, diagnosticado de Linfoma de Hodgkins y en tratamiento con quimioterapia.

A pesar de la violencia de la medicación que tiene que recibir cada dos semanas,

sabemos por lo videos que nos manda que está tan juguetón y feliz como siempre lo ha sido,

y nos cuentan que, si todo va bien, al terminar los seis meses de tratamiento estará completamente curado de su enfermedad.

 

 

Esto es todo por hoy; muchas historias incompletas y un mes caluroso y cargado por llegar. Confiemos en el tiempo y la fuerza innata de las gentes de Turkana.

 

Continuará…

 

Mimi, Andrew, Paula y Martín.

Tú puedes ayudar a Jóvenes Lobur a seguir llevando salud a Turkana

 

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